Por Andrea Estrada, Periodista
No podemos olvidar que él decidió trascender la institucionalidad y renunciar al respaldo de la ciencia para lanzarse a una experiencia más espiritual y mística.
Estando cerca la celebración del natalicio de Edward Bach quisimos indagar en una de sus facetas menos conocidas.
Si bien el título de doctor es el que más se asocia a su figura, Bach fue mucho más que eso. No podemos olvidar que él decidió trascender la institucionalidad y renunciar al respaldo de la ciencia para lanzarse a una experiencia más espiritual y mística.
La cultura celta y la mitología galesa fueron el escenario donde pudo desarrollar sus facultades más sutiles, donde tomó contacto con el poder y la energía de las flores.
¿De qué estamos hablando? Del lado sanador y chamánico de Edward Bach.
En el libro “Flores que curan el alma”, Mechthild Scheffer y Wolf-Dieter Storl indagan en esta parte de la historia.
Y cuentan que hubo un episodio que representa un punto de inflexión en el desarrollo de Bach desde la perspectiva espiritual, un encuentro cara a cara con la muerte que lo llevó a dimensionar la relevancia de contar con un propósito de vida.
Una enfermedad mortal
Corría 1917, el Dr. Bach se encontraba inmerso en su trabajo bacteriológico desarrollando vacunas a partir de nosodes.
Trabajaba día y noche a pesar de que su salud se estaba deteriorando. Un día sufrió un serio desmayo del que no despertó hasta después de ser sometido a una operación de emergencia.
El diagnóstico era grave y el pronóstico aún peor: le dieron apenas tres meses más de vida.
Con esta especie de condena encima, Bach tomó la decisión de utilizar ese corto tiempo que le quedaba para avanzar lo más posible en su tarea. Apenas pudo levantarse tras semanas de recuperación, volvió a su laboratorio.
Y así pasaron más de tres meses. Concentrado sin descanso en su propósito, Bach pasó el límite que la medicina tradicional le había declarado.
¿Cómo logró superar este mal? De acuerdo a su propia reflexión, el hecho de haber dedicado su tiempo a un interés absorbente o un propósito definido, le había permitido revitalizar su cuerpo y mente y recuperar la salud.
Gracias a este objetivo, Bach continuó preparando vacunas a partir de bacterias intestinales que se fueron utilizando cada vez más en el tratamiento de enfermedades crónicas.
Y a partir de ese momento se comenzó a abrir un nuevo camino ,que unos años después lo llevaría a desarrollar una profunda conexión con el mundo vegetal y herbolario.
Ante la proximidad de la muerte, se clarifica y transforma la conciencia, volviéndola más sensible. El alma es sensibilizada por el sufrimiento y adquiere los conocimientos que conducen a la curación. Esta misma sensibilidad es la que permite diagnosticar y curar las enfermedades.
El chamán y sanador
Este episodio tan importante en la vida del Dr. Bach se presenta como un ejemplo de su condición de sanador y chamán.
¿Por qué? Según se relata en “Flores que curan el alma”, los pueblos primitivos reconocen a sus sanadores, los chamanes, a partir de estas “enfermedades de consagración”.
Ante la proximidad de la muerte, se clarifica y transforma la conciencia, volviéndola más sensible. El alma es sensibilizada por el sufrimiento y adquiere los conocimientos que conducen a la curación. Esta misma sensibilidad es la que permite diagnosticar y curar las enfermedades.
Bach vivió casi 20 años más, después de ese fatal pronóstico médico y fue en ese “tiempo extra” que descubrió el poder de las flores para sanar.
Pero este evento no es la única razón para dimensionar el aspecto chamánico del Dr. Bach.
En 1930 tomó la decisión de cerrar su laboratorio en Londres para radicarse en el sector de Gales, una zona de Reino Unido donde hasta el día de hoy prevalece el influjo de la cultura celta y druida.
En estos paisajes, donde abundan ninfas, silfas y ondinas, Bach comenzó a desarrollar sus facultades más sutiles, esas que le permitieron identificar las propiedades sanadoras de las flores a través de su sensibilidad.
La intención de Bach al refugiarse en los parajes galeses fue abrirse a la sabiduría de la naturaleza. La naturaleza le respondió permitiéndole acceder a los espíritus de las plantas, también conocidos como Devas.
Scheffer y Storl se refieren a Bach como un verdadero médium de las plantas, ya que desarrolló tal nivel de sensibilidad que al sólo tacto de las flores percibía una reacción en su alma y cuerpo. Era capaz de reconocer las vibraciones del mundo vegetal.
El concepto de chamanismo se asocia habitualmente a prácticas rituales de origen indígena. Y si bien un chamán desempeña varias funciones dentro de una tribu o grupo humano, su característica principal es la de sanar a través de una conexión espiritual, teniendo la capacidad de conectar con diferentes espíritus para devolver la salud a una persona enferma.
Desde esta mirada de la salud, los problemas o enfermedades están relacionados y responden a un desequilibro espiritual, tal como lo plantea también la terapia floral en el sentido que la enfermedad no es material en su origen.
Otro aspecto que evidencia el potencial sanador y de chamán del Dr. Bach radica en la importancia que se le brinda a lo que se conoce como poder personal.
En el chamanismo resulta fundamental devolver ese poder personal a las personas. Muchas veces es la pérdida de este poder personal lo que resulta en un deterioro de la salud y la consecuencia de enfermedad.
El poder personal se puede entender como la conciencia del ser humano de sus virtudes y capacidades desarrolladas en armonía y amor. La claridad y certeza de que esas cualidades existen dentro de sí y que pueden ser utilizadas para su propio bien y el del mundo entero.
Ese poder personal muchas veces se reduce cuando se pierde la confianza en uno mismo, cuando frente a las dificultades y desafíos se responde desde emociones de baja frecuencia o cuando se cede el poder personal esperando que sean otros quienes nos resuelvan los problemas.
Para Bach, esta recuperación del individuo de su poder personal era también esencial y cuenta de ello lo dan sus escritos Cúrese usted mismo y Ser fiel a sí mismo.
La visión de la Agrupación de Terapeutas Florales
En esta nueva celebración del nacimiento de Bach, la Asociación de Terapeutas Florales ha querido relevar esta faceta del creador de la terapia floral.
En palabras de Claudia Parada, presidenta de la Asociación de Terapeutas Florales,
“a Bach se le atribuye el chamanismo porque lo fue mostrando a través de su desarrollo, a medida que fue descubriendo las flores, su sensibilidad, su conexión con la naturaleza. Y con lo invisible fue creciendo una conexión con el mundo espiritual que no se percibe a través de lo físico, sino de lo sensitivo y más profundo del ser”.
“Bach era un hombre revolucionario para su época. Renunció a sus estudios científicos tradicionales y también a la institucionalidad. Y esto configura parte de su desarrollo como chamán pues tuvo que hacer un cambio trascendental al desprenderse de lo que ya no necesitaba para dar espacio a lo nuevo en su vida”, añade Claudia.
“Estamos en un proceso de desarrollo de la conciencia humana, un despertar en muchos aspectos. Si bien el chamanismo siempre fue reducido a los indígenas, existen chamanes en todas las culturas. Con diferentes nombres, son aquellas personas que pueden curar, que ayudan a sanar a otros y otras desde un punto de vista más espiritual. En este sentido, Edward Bach era, sin duda alguna, un curador, un sanador”.
Bajo esta mirada, destaca Claudia, también se hace necesario señalar que “estamos en proceso de darnos cuenta de que muchos terapeutas florales somos personas intuitivas, somos sanadores, nos interesa seguir los preceptos del Dr. Bach porque él nos ha inspirado, nos ha impulsado a realizar nuestro propio desarrollo personal y con ello hemos podido colaborar con la terapia floral a la expansión de la conciencia de nuestros consultantes, a través del autoconocimiento y desarrollo de las virtudes”.
Él tuvo la sensibilidad y la visión de darse cuenta de que la naturaleza tiene un poder y que las flores pueden transmitir al alma humana energía sutil que le permite volver a armonizar la propia.
Precursor de la medicina holística
Edward Bach fue un verdadero precursor de la medicina holística al desarrollar una terapia energética en un tiempo en que muy poca gente entendía de qué se trataba este nuevo paradigma.
Él tuvo la sensibilidad y la visión de darse cuenta de que la naturaleza tiene un poder y que las flores pueden transmitir al alma humana energía sutil que le permite volver a armonizar la propia.
Además, fue uno de los primeros sanadores del mundo occidental en identificar las múltiples dimensiones del ser humano, entendiendo que para alcanzar una sanación real es necesario actuar sobre los campos físico, mental, emocional y espiritual, que como un todo conforman a la persona.
“Edward Bach tenía un lado místico muy profundo. En sus escritos siempre habla del espíritu, del creador, de un gran amor hacia la divinidad, al creador de todas las cosas. Nos muestra una cosmovisión en la que su quinto principio refiere a la unidad de todas las cosas en el amor. Nos dice que en el ser humano, en el planeta y en el universo todo está unido, integrado entre sí, un entramado energético unido a través del amor, la energía primordial. La visión en la que funda su medicina es un legado valioso para todas las personas que quieran desarrollarse como terapeuta en cualquier ámbito de la medicina complementaria”, concluye Claudia Parada.
Muy valioso rescatar esta faceta de E. Bach, nos fortalece como terapeutas caminantes 🌼✨
Recomiendo ver el Instagram Live del 24 de septiembre de 2022, con Claudia Parada y María Inés Coloma que trata sobre este tema.